En el Museo del Prado.
En la frente de Leire Pajín.
En el Congreso de los Diputados.
En un cuadro de Canaletto.
En una nube.
En el barro.
Sobre el agua del mar.
En el culo de Jennifer López.
En la fotografía de las manos de Picasso.
En una bañera de un hostal de putas.
En las cortinas de mi casa.
En un tejado.
En lado más septentrional de la Pirámide de Kefren.
En el primer ladrillo de mi casa.
En el párpado de una mujer llamada Ludovica.
En el lomo de una jirafa.
En el cuerno de un toro.
En el pistilo que me sonríe.
En los rayos laser de sus ojos.
En la cuerda de un funambulista.
En la voz de Agustín de Julián.
Poeta loco, herido,
aún no sabe
que nada es más que un verso
y que después del verso es la nada.
24 de octubre de 2011
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2 comentarios:
Pero qué grande, macho, es verdad, se puede en todos esos lugares, abrazos
Hasta pronto.
Mil gracias por leerlo y por pasar
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