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22 de noviembre de 2011

Los Noveles: Ten Years Gone



Se han ido Los Noveles, la revista digital sobre literatura novel hispanoamericana que tantas alegrías a dado a ordenadores de aquí y de allá. Hace unos días Salvador Luis, su editor, nos pedía a los colaboradores que escribiéramos  una despedida. Se me da bien decir adios y mirar para otro lado como si no me afectara, pero tiendo a ponerlo todo perdido, así que, en esta ocasión, y ya que no se me permitía dibujar, he intentado decirle adiós con una sonrisa a una de las mejores oportunidades que se me han dado: ilustrar  los maravillosos cuentos de Salvador y compartir un no espacio con grandes nombres de la nueva generación literaria y algunos amigos. 

Conocí a Salvador a través de Rebeca Yanke. Rebeca es especialista en gente, aunque no sé si lo sabe. La verdad es que tiene un montón de especialidades, pero otro día hablaré de ellas, porque algunas, merecen mención aparte. Ahora que lo pienso, sí he hablado de algunas de ellas aquí.

El caso es que una vez tuve que ilustrar a Mallo porque Rebeca no podía hacerle una foto. Rebeca también hace fotos increíbles. A Salvador le pareció bien. Luego, hubo otra Terapia Musical, así se llama la sección de Rebeca, sobre Pola Oloixarac. A Salvador también le pareció bien. Más tarde otra, sobre Jordi Corominas. Aquí ya empecé a sospechar de las intenciones de estos dos, porque sabía que Rebeca tenía fotos de Jordi. Pero a Salvador también le pareció bien.

No se encuentra uno gente así así como así, a la que le parezca bien poner líneas y colores a los textos.

Así que al final, Salvador, a quien nunca he visto, me abrazó, y creamos juntos Los Mentegatos, donde él escribía y yo ilustraba. Y esto se ha convertido en una de las cosas que más me gusta hacer, porque Salvador escribe bien y es capaz de crear imágenes ingeniosas, potentes y sugerentes con muy pocas palabras. (Qué raro se me acaba de hacer escribir en pasado.) 

Gracias Salvador, por hacer saltar resortes, por creer en la imaginación, por hacerla vivir de nuevo en mi cabeza, por hacer cosas nuevas, con savia nueva, por resistir y por tu infinita paciencia, que te ha hecho ganarte el olimpo en el Boca Ratón de los gatos.

Por supuesto, a Salva no le digo todas estas cosas. No quiero que se confíe. Lo que yo quiero de Salva es que me envíe más cuentos llenos de colores.

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