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10 de noviembre de 2013

El Respeto.

"Se supone que un entrevistador, antes que esperar oír ecos de su propia vida, utiliza su experiencia para comprender a los otros. Más en general, el sentido común nos dice que cuando se trata a los otros como espejos de uno mismo, no se les reconoce la realidad propia de su existencia personal; es necesario respetar el hecho fundamental de que son distintos. Ésta parece ser la lección: si los respetas, no te proyectes en ellos.

Pero es una lección muy severa, de un tremendo rigor; en verdad, es una conducta forzada, antinatural. En la vida cotidiana nos confundimos constantemente con los demás. En calidad de entrevistador, lo mismo que en el amor, las relaciones parentales y el trabajo, el contacto elemental con los otros lo hacemos por medio de la proyección. Es famosa la definición de Adam Smith de la simpatía como "la imaginación a menudo falsa del dolor ajeno como propio."

Con el tiempo, la confusión entre uno mismo y el otro llegó a parecerme una pista definitiva para comprender qué es lo que engrasa la máquina del respeto mutuo. Empieza como error. Esto es, al cometer el "error" de identificación mutua y por tanto de simpatía que señala Adam Smith, superamos diferencias que se interponen en el camino del trabajo conjunto. Es cierto que al final, tenemos que reconocer que lo que hemos imaginado acerca de nuestros cónyuges, nuestros hijos o nuestros compañeros de trabajo, no es verdad en los hechos. Si, tanto en la entrevista como en la vida ordinaria, dejamos sin tratar el "error" de identificación, nos veremos atrapados en las redes de la comprensión autorreferencial; nada fuera de nosotros es real. Pero la confusión entre uno mismo y el otro también puede servir como punto de partida necesario para construir una nueva relación social, un vínculo social en evolución."


Richard Sennett, "El respeto. Sobre la dignidad del hombre en un mundo de desigualdad".

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